miércoles, 27 de agosto de 2008

Respuesta al Sr. Iván Thays

El Sr. Iván Thays en el post Las causas perdidas aludió a mi persona. Luego a pedido de alguien, que intervino cordial y privadamente, retiró la alusión. Sin embargo, antes de que retirara la alusión tuve una serie de intercambios privados con él, que lamentablemente concluyeron con estas palabras del susodicho:
Por mí, haz lo que chucha quieras.

IVAN
No tengo como política revelar intercambios privados, a menos que mi interlocutor lo apruebe o se refiera a mí con expresiones insultantes. Como en este caso se cumplen estos dos requisitos, pues tengo carta libre para hacer pública mi respuesta a este señor.

En primer lugar, la alusión original de este señor fue así:
¡Qué felicidad sentirá el intermezzo Paolo de Lima (inolvidablemente calificado como "democrático" por Carlos Calderón Fajardo) y su collera tropical! ¡Y ni qué decir de esos bloggers anquilosados que pertenecen a la secta de Miguel "ni con el pétalo de una rosa" Gutiérrez! O el mismo Silvio Rendón y su nostalgia de la nueva trova. Finalmente se consiguieron un sustento para justificar sus consignas a media voz y sus intrigas. Slavoj Zizek edita un libro titulado En defensa de las causas perdidas en el que defiende a todos estos bloggers radicalmente tímidos como la garúa.
Esta alusión fue según él porque "ESTA JUZGANDO NO MI RESEÑA SINO LOS CHISMES QUE SOBRE ELLA LANZA YBARRA Y LOS DEMAS" en el siguiente párrafo:
Para aportar algo al tema del post, quisiera decir que simpatizo con Miguel Gutiérrez. Oportunamente escribí sobre este tema. Vargas Llosa simpatizó con Fidel Castro (fusilamientos incluídos) y con las guerrillas del MIR en los sesentas (policías y guerrilleros muertos incluídos). Es claro que ha cambiado de opinión. Normal. Sólo que en su "Travesuras de una niña mala", a pesar de ya no pensar como en los sesentas, romantizó a esas guerrillas a través de un personaje, amigo del protagonista, que muere en ellas. Es lógico que la gente conserve algo de melancolía por los recuerdos tristes de épocas pasadas. No veo que a Vargas Llosa le regateen méritos artísticos por razones politicas o le exijan autoflagelamientos públicos por razones morales. No considero justo aplicarles a otros/as un estándar diferente.
Escribí, efectivamente, ese párrafo como comentario en el blog de Rodofo Ybarra. Verlo aquí. Viendo el post y la comunicación del Sr. Thays, le respondí también en privado:
Vaya, qué sorpresa.

Entré al blog de Rodolfo Ybarra porque fui aludido e insultado por Rubén Grajeda. Gratuitamente. Todo por no apoyarlo en un supuesto insulto de Iván Thays a la U. de San Marcos. Ahora me toca una alusión de Iván, porque supuestamente me puse "del otro lado". Acabo ahora haciendo eco de chismes sobre Iván.

El último párrafo sobre Gutiérrez en el comentario citado no es sino una ilustración de mi forma de pensar, que ya manifesté en un post sobre el maoísmo, hace buen tiempo. Ese mismo argumento ya fue expuesto en ese post, con link y todo. Lo repetí porque es lo que tengo que decir. No voy al ritmo del debate político-literario-personal que se viene llevando, sino a mi propio ritmo. Si Grajeda no se hubiera referido a mi, y yo no tuviera la política de responder que tengo, ese párrafo no habría existido.

Y ya que estamos, aclararé un par de cosas. El Gran Combo lector A es un espacio para quienes piden expresarse. Y la politica es que esté abierto a quien lo solicite. Antes no lo teníamos y publicábamos este tipo de pedidos en los comentarios. Así ocurrió cuando publicamos las cartas de Iván Thays o las de Ricardo Gonzáles Vigil. Definitivamente, GCLA es mucho mejor. Digo esto porque la gente se equivoca y confunde dar espacio con identificación con el contenido.

Acabo de ver la mención sobre la nueva trova. Sí, pues. Qué le voy a hacer. Silvio Rodríguez me encanta y tengo una relación de amor-odio con sus canciones. Wagner me es más prescindible.Y a pesar de la Pasión de Cristo me gusta Mel Gibson en Lethal Weapon, como me gustan las cancioncitas de Cat Stevens antes de sus fanatización fundamentalista, y ni se diga del estalinista César Vallejo.

Maestro Thays, vamos, no lo tome a mal, pues.
Mientras escribía este mensaje, como ya dije arriba, alguien intercedió a mi favor, a lo cual el Sr. Thays respondió
Bueno, solo espero que la próxima vez que Silvio quiera referirse a algo que he escrito yo, lo haga a partir de mi texto y no de lo que dice Oquendo sobre mi escrito o peor aún lo que dicen los intrigantes del blog de Ybarra.

Borraré la alusión por respeto a ti

saludos

IVAN
No sé el/la lector/a. Para mí es inaceptable este tipo de reprimendas con su no-lo-vuelvas-a-hacer, alusiones en tercera persona (cuando el mensaje va también dirigido a mí) y que se rectifique por respeto a otro (no a mí). Como no me había dado cuenta de esta inaceptable respuesta del Sr. Thays, procedí a responderle:
No había visto la respuesta de Iván a XXXX, (ni las dos intervenciones de XXXX) cuando escribí mi respuesta.

Aclaremos. En mi post http://grancomboclub.blogspot.com/2008/02/una-falacia-y-una-discusin-interminable.html toqué el tema.

En ese post transcribo tres párrafos de Iván Thays con sus respectivos enlaces. En esa ocasión Iván Thays respondió en los comentarios más de una vez, sin quejarse por no haberme referido a él.

Es por lo tanto FALSO que yo me haya referido a lo escrito por Iván a partir de lo que dicen de él Oquendo o Ybarra. Me referí a él a partir de sus escritos, debidamente citados, con interacción con él, y sin queja alguna de su parte. Iván, búscate otros molinos con qué pelearte.

Tampoco me parece aceptable que si estoy aquí te refieras a mí en tercera persona o que borres la alusión sólo "por respeto" a XXXX, quien por supuesto que se merece respeto y a quien agradezco que haya tratado de aclarar las cosas. Pero no es la forma, pues. No necesito que me perdones la vida.

Recién ahora también tengo tiempo de leer con más detalle lo de Zizek. No es un personaje del cual sepa mucho, pero lo poco que sé no me simpatiza. Es ridículo que sugieras que voy a recurrir a él como sustento para justificar consignas a media voz e intrigas. No tienes la película clara.

Iván, parece que estás con ganas de bronca y no has encontrado mejor manera que disparar perdigonazos y al que le cae que le caiga.
No creo haberlo tratado mal. (Como se ve, mantendré en reserva a XXXX. Si esta persona quiere salir al aire, es su prerrogativa). La respuesta del Sr. Thays fue la que mencioné arriba:
Bueno, yo ya borré la alusión así que el que está con ganas de pelearse eres tú. Y te asuguro que pelearme contigo por huevadas, (...), ocupa el último lugar de mis problemas.

Por mí, haz lo que chucha quieras.

IVAN
Whatever.....

Después de verme metido en esta bronca político-literario-personal, me acordaba de los primeros seis minutos de esta escena de "Amores Perros":



y me daba ganas de decirles a todos (minuto 5:00):
"los dejo en su casa y ojalá puedan arreglar sus diferencias. Ahora que si hablando no se entienden, aquí les dejo esto para que se comprendan mejor, ¿OK? Ahí les hablo luego para ver cómo les fue".

lunes, 18 de agosto de 2008

El "terror" de Iván Thays

[A continuación se publica una carta del Sr. Rodolfo Ybarra]

Estimados amigos de la escena bloggera: les envío esta respuesta al Señor Iván Thays (en datos adjuntos),
quien me ha acusado gravemente de tener "nostalgias terroristas", poniendo con ello en grado de ultranegatividad
(más allá del grado cero que él cree que hay en mis críticas
a un artículo sobre "Un Mundo Dividido", ensayo de Miguel Gutiérrez). Obviamente Thays, se cuida de poner mi nombre para evitar
posibles enredos legales, no obstante, es más que tácito de que se trata de mi blog y de mi persona.
Quiero anotar que jamás me he escondido detrás de un anónimo para criticar o dejar un comentario, siempre lo hago con respeto y
con mi nombre y apellido (y cuando la circunstancia lo exige con DNI). Por eso me sorprende que se me llame "atrabiliario" y de que
"promuevo el insulto" (¿qué poder tendré yo sobre las conciencias de los comentaristas?). Se me acusa, también, de no moderar mi
blog (lo correcto es "no moderar los comentarios del blog", imagino cuál es la mala intención de este enunciado impreciso) como si
eso fuera garantía de corrección, acaso no hay varios "blogs basura" que "moderan" comentarios. Eso no es garantía de nada. En
todo caso, sería bueno la tolerancia y la aceptación a la diferencia.
He decidido enviarles esta carta, porque este tipo de percances excede a lo que ocurre en un (mi) blog y nos compromete a ser
observadores, vigilantes de esta "nueva democracia" de los blogs (blogocracia) y la internet.

Saludos, espero que puedan postearlo en sus leídos blogs.

Saludos


RODOLFO YBARRA
http://www.rodolfoybarra.blogspot.com



EL "TERROR" DE IVÁN THAYS
Debido al último comentario (bastante lamentable por lo demás y en donde se me acusa de tener "nostalgias terroristas") proferido por el escritor Iván Thays, debo decir lo siguiente:
El hecho de que en mi blog no se "moderen" los comentarios y deje en libertad (como debería de ser) para que el lector vierta su opinión sin mayores inconvenientes o premisas, no me convierte en cómplice de opiniones contrarias, mucho menos en el "asesor" o el "provocador" de los insultos, creo que esa observación (en lenguaje emocional) es más un prejuicio que una verdad creíble. Si usted no quiere "enlazar" el link respectivo "porque "Moleskine" no avala blogs sin moderación" es su problema. Si usted cree que la "seriedad" de un blog depende de los comentarios que dejan los lectores es su problema. Si usted cree que el repudio de los lectores se traduce sólo en los comentarios (furibundos, racionalistas, adjetivistas, etc.), es, también, su problema. Considero que la cultura está por encima de las opiniones, mucho más si estas son subjetivas o alejadas de lo concreto, por eso usted encontrará en esta página el link respectivo a su famoso weblog (¿cuándo se acabará eso de las regencias con vestigios coloniales? ¿No hay acaso en algunos el gen de la esclavitud, el gen del libertador, y, en otros, el gen del despotismo?). No reclamo reciprocidad, quizás por eso no entiendo eso de "atrabiliario" que usted hábilmente pretende endosarme; qué "maldad" puede haber en alguien que busca la verdad de los conceptos o en alguien que discrepa abiertamente, salvo que usted considere el hecho de discrepar como una "maldad" en sí misma; entonces no me equivoco cuando considero que sus críticas con respecto a "Un Mundo Dividido" son de un "individualismo dogmático". Usted no entiende razones sino ideas prefijadas que le van a dar conclusiones prefijadas. Razones que no provienen de la lectura rigurosa del libro (ni de la necesaria "arborescencia") en cuestión, sino de prejuicios y de ideas fuerza donde confunde la "libertad del individuo" con la libertad para denostar sobre una obra literaria a su libre albedrío y con la venia de un círculo literario cada vez más desacreditado (no, no se preocupe, no voy a hablar de eso). Lástima que usted sólo vea la punta del iceberg, se sorprendería si leyera con detenimiento y sin subjetivismos lo que en mi anterior artículo he tratado de decirle (y que muchos han entendido, lamentablemente usted no). Por eso usted no entiende que "mi defensa" (esto ya parece un juicio) del libro de Gutiérrez pasa menos por —como dice usted— "la falacia" de que fue marginado por el establishment y que sus parientes murieron en la cárcel" (qué visión tan recortada y epidérmica, me sorprende su reduccionismo académico) que por el mismo análisis del libro, análisis que por cierto usted haciendo alarde de ese minimalismo post-industrial quiere reducir a una comparación por demás peyorativa y ridícula como son los accesorios o baratijas de guerras pasadas, "artefacto anacrónico" lo llama usted intentando ironizar con poca suerte.
Así, usted apunta: "Si el blogger hubiera leído la reseña objetivamente, sabría que lo que sostengo es que lo que hace anacrónico al libro no es el contexto que lo produjo sino el dogma que defiende". En este silogismo condicionante encuentro que —por si acaso, usted no se ha dado cuenta— los contextos son los que producen los dogmas y no al revés (aunque en cierta forma podríamos hablar de que precipitan ciertas situaciones) y hasta el "mejor" de los libros escritos con el "mejor" de los dogmas no escapa a su tiempo, aquí es donde sirve para enjuiciar o para ser condenado, por pecado expreso u omisión que es como usted quiere —o quisiera— que se resuelva esta segunda edición de "Un Mundo Dividido". Lástima que usted piense que alguien le quiere imponer algún tipo de dogma (¿no hay ahí un prejuicio bastante patológico?) o que —peor aún— alguien quiere coactar su libertad individual o frustrar su obra creativa. Eso no sólo es exagerado sino que demuestra una paranoia, un delirio por la "pérdida de la libertad" en cuyo caso usted no necesita una observación a un artículo errático, sino un médico frenópata.
No, no se preocupe usted: NO SOY TERRORISTA. No quiero volar su casa, mucho menos dinamitar su obra literaria. Eso sería una cobardía. Tampoco guardo relación alguna con ningún miembro del grupo "Narración" (a quienes debo mi admiración por la lectura de sus obras y no por el conocimiento de sus personas) o con algún "blogger exiliado que pulula por ahí". En todo caso es el tiempo y los lectores quienes acusarán recibo de sus palabras y quienes harán lo que se tiene que hacer con una literatura acomodaticia o de salón cuya mirada estrábica insiste en negar una realidad evidente.
Finalmente, apunta usted: "Si buscar comparaciones es un nivel bajo de argumentación (en relación a lo vertido por Javier Ágreda, esta precisión es mía), defender a un autor por datos biográficos y solidaridad política es el grado cero de cualquier discusión". Ergo, motejar e incriminar a alguien, sin ninguna prueba, de anidar "nostalgias terroristas" es el non plus ultra de que la discusión ha descendido a zonas batipelágicas, quizás en el terreno de lo abisal tenebroso. No sabía que a usted le interesaban los bajos fondos y las altas presiones (cuando quiera le recomiendo la mejor escuela de buceo del país), en algún momento creí percibir que a usted le interesaban más las luces, los flashes y las lentejuelas literarias.
Usted ha degradado el debate más allá de lo audible. Desde aquí puedo escuchar sus ecos.
Amable, pero firmemente,
Rodolfo Ybarra
DNI 09441432

domingo, 17 de agosto de 2008

El vano oficio de criticar sin leer

[A continuación se publica una carta del Sr. Rafael Inocente]

Estimados blogueros, en aras de la discrepancia democrática solicito la publicación del artículo de mi autoría referente al artículo del señor Thays aparecido el domingo último en El Comercio acerca de la reedición de LA GENERACIÓN DEL CINCUENTA de Miguel Gutiérrez.

Gracias por la atención dispensada

Atentamente,

Rafael Inocente

El vano oficio de criticar sin leer


Alguien dijo que el propósito último del arte es intensificar y exacerbar la conciencia moral de la gente. En particular la novela, la buena novela, tendría este efecto catártico, pues sería la forma más inmediata e insoportable de arte. La lectura de una buena novela nos cambia la vida. Sé de matrimonios que se han disuelto porque alguno de los cónyuges leyó cierta novela y decidió que la vida del personaje era más interesante que la suya propia. Puede entonces resultar doloroso leer una buena novela. Por eso pienso que para evitar este doloroso trance, Iván Thays no ha leído las ficciones de Gutiérrez, lo cual es decisión absolutamente personal de Thays, a fin de cuentas cada uno lee lo que le da la merecida gana. Pero pontificar de algo que no se ha leído, eso si tiene nombre propio.

El sentimiento inicial que experimenté al leer el artículo de Thays referido a la reedición del ensayo de Miguel Gutiérrez, La Generación del Cincuenta: un mundo dividido (Arteidea Editores, 2008) ha sido de sorpresa. No es que fuese inesperado el rechazo de un ensayo como el de Gutiérrez, rechazado ya y vilipendiado hasta el escarnio por distintos sectores, más notoriamente por la derecha liberal más ultramontana. Lo que me ha causado desconcierto es el subjetivismo y el desconocimiento de la obra de Gutiérrez de los que hace gala un literato considerado una joven promesa de la narrativa nacional.

Recuerdo que cuando cursaba el segundo o tercer ciclo de Biología en la Universidad Agraria, ávido de encontrar autores peruanos de posición honesta y valiente respecto a la putrefacción social que vivíamos por aquellos días, indagué con varios profesores de los distintos cursos de humanidades que se estudian los primeros ciclos universitarios. Desgraciadamente, la Agraria degeneró en cuanto a formación humanista desde la época en que suicidaron a Arguedas y yo estaba hastiado de tanto escritor onanista y huelepedo que cundía —cunde aún— en nuestro medio. Inquirí más detenidamente y surgieron algunos candidatos, refrendados por las voces de un par de profesores de la Universidad cuyos nombres prefiero mantener en reserva. Uno era un sociólogo con pinta de jipi reciclado, excelente profesor y amigo de los alumnos y sugirió vivamente leer a Miguel Gutiérrez, pero no solamente sus ficciones, si no además, dijo, su valioso ensayo La Generación del Cincuenta. Otro profesor, un delicado poeta que escribe en runasimi y en castellano, coincidió plenamente con el sociólogo neojipi. Debía leer a Miguel Gutiérrez.

Como mencioné, yo me encontraba empachado de aquella pléyade de escritores y poetas delicatessen con los que nos habían bombardeado en el colegio y tampoco me tragaba como muy cierta aquella vieja dicotomía entre poesía pura y poesía social. Estaba seguro que cuando un escritor o un poeta eran realmente buenos, lo eran en ambos registros. Allí estaban Vallejo, Balzac, Neruda, Víctor Hugo. Éramos, pues, un grupo de candidatos a agrónomos, biólogos, zootecnistas, forestales, prestos a salir a los campos pero no sólo como vendedores de paquetes tecnológicos de las transnacionales o plomizos funcionarios de algún ministerio, si no como reza el lema de la Universidad, deseábamos cultivar al campo, pero sobre todo al hombre, como intentó hacerlo aquél ingeniero agrónomo llamado Antonio Díaz Martínez. Por aquellos años, circulaba en fotocopia entre quienes llevábamos cursos de extensión agrícola, el libro Ayacucho, hambre y esperanza (Mosca Azul Editores, 1969, segunda edición 1985), un hermoso e implacable ensayo en el cual Díaz Martínez denunció el latifundio, las relaciones de servidumbre feudales y el gamonalismo enseñoreados en aquellas tierras, como declama en el poema inicial “Campesino hermano/tu hambre, / me duele en las entrañas; / tu sed, /la siento en mi garganta; /…” Cuando se publicó en el 1969, este libro fue recibido con calidez por estudiantes de extracción campesina, por profesores, por universitarios ansiosos de conocer una palabra alternativa al discurso hegemónico, pero además —al igual que La Generación del Cincuenta— el libro fue demonizado por la crítica académica y suscitó el odio de gamonales y letratenientes de la sociología que achacaron a Díaz Martínez escribir desde una posición doctrinaria. De manera anecdótica, se cuenta que por los 70, un latifundista serrano vociferaba por calles y plazas que mataría a Antonio a balazos. En el 1986 Antonio Díaz Martínez fue asesinado en el penal de Lurigancho junto a cientos de presos políticos, entre quienes se encontraban también Vilma Aguilar y Carlos Ayala Aguilar, esposa e hijo de Miguel Gutiérrez. Hoy, años después de aquella matanza, la investigación judicial no llega todavía a ningún resultado público.

Y fue precisamente un antiguo alumno de Zootecnia, conocido como el Abuelo Neper, quien había compartido aulas con Antonio Díaz Martínez, el que me prestó para fotocopiar —ya por el año 89 resultaba imposible conseguir algún ejemplar de La Generación del Cincuenta— el que considero tal vez el mejor ensayo que se haya escrito sobre una época del proceso literario peruano. Pero no sólo eso, pues para quienes teníamos ambiciones literarias aquél libro significó ante todo una deliciosa crónica de la vida cultural, política, social y bohemia de una generación determinante en el devenir de nuestra patria y un contundente mentís a quienes venían arrogándose la representatividad de la literatura peruana.

Todos estos recuerdos han venido a mi mente al leer la sarta de falsedades que le endilga Thays a Gutiérrez respecto a la calidad de su obra y su consecuencia de vida. Afirmar muy suelto de huesos que los personajes de las ficciones de Gutiérrez son “estereotipados” y “convencionales” refleja escandalosamente que Thays escribe porque se levantó y descubrió que se le habían caído más pelos de su adobada peluca y ni siquiera se permitió hojear alguna de las tantas novelas de Gutiérrez, muestra de manera flagrante su mezquindad frente a la obra de un escritor que viene siendo reconocido tardíamente por su extraordinaria e inocultable calidad literaria. Un muchacho como Martín Villar, abrumado por un mestizaje violento e irresoluto y que a pesar de ello lleva a buen término la novela que anima su vida, un doctor Gonzáles cuya grandeza refleja al individuo pero también al científico esforzado y pedagogo, un Padre Azcárate, rebelde en Barcelona y Piura pero siempre atormentado, un Odar Benalcázar León y Seminario, hacendado piurano proveniente de un linaje bastardo, una Sacramento Chira, matriz que da origen a la estirpe de los Villar, acaso un tributo a la sangre tallán de José Carlos Mariátegui Lachira, un Bauman de Metz, ubicuo y múltiple, una Primorosa Villar, bella y turbadora, una Xóchitl incestuosa pero sin mala conciencia, el viajero narrador de historias a un auditorio políglota en la China post revolución cultural, son todos personajes complejos y consolidados, no podemos considerarlos estereotipados y convencionales como pretende hacer creer Thays. Podría seguir recordando más personajes de la vasta obra de Gutiérrez, mas se que sería inútil. Thays va a la lectura de Gutiérrez como lo haría Alonso Alegría, ofuscado por sus prejuicios (”…pues supongo que la Cámara Peruana del Libro sabe distinguir entre el literato y el senderista, pero yo no puedo. Para mí, lo que escribe un senderista jamás será buena literatura. Es un defecto que tengo, qué voy a hacer” Dos preguntas cargosas para Miguel Gutiérrez, Perú 21, 29 de julio 2005). Para Thays, en su obnubilación individualista, no tiene cabida la superestructura ni el colectivo humano y todo lo que suene a social será doctrinero, panfletario y maniqueo. Comprensible entonces que la obra de Gutiérrez, surcada transversal y semánticamente por los conflictos étnico-sociales de un país-corral-de-chanchos nacido de una violación histórico-social le resulte insoportable. Tal vez a Thays y sus amigos le agraden más las ficciones que ensalzan un mestizaje ideal, la aculturación o la integración hacia proyectos nacionales sustentados en premisas unilaterales y pretendidamente civilizadoras. A fin de cuentas, acorde con los aires actuales de globalización cibernética y económica y crisis de los estados nacionales (¿o más bien reafirmación?), Thays admira aquellas obras en donde la exaltación del individualismo liberal se hace sin atenuantes.

Miguel Gutiérrez es agua clara en La Generación del Cincuenta. Transparente y líquido. Las bases teóricas, el rigor metodológico y la honestidad le permitieron generar planteamientos literarios y propuestas ideológicas con una fluidez tal que siguen desmelenando a los figurones de los sectores tradicionalmente reaccionarios. Aunque no exento de las incidencias propias de la subjetividad de una época, tal vez la más difícil de la historia del país, La Generación del Cincuenta continúa siendo un ensayo brillante y controversial, grato de leer, pero sobre todo desmitificador de la imposición que un grupo social intentó asignar como verdadera para toda la sociedad y la literatura peruana en particular. Eso es lo que ha enronchado a los integrantes de la llamada secta y es lo que no se le perdona a Gutiérrez. Más aún, lo doloroso para estos señores es la calidad literaria alcanzada por Gutiérrez, calidad considerada en el doble sentido de representación, estética y política. Para coronar la sordidez del artículo, Thays lanza alevemente un arma arrojadiza, intentando mancillar la vida privada y la consecuencia de un contador de historias que sigue viviendo modestamente en una casa sencilla como siempre lo hizo, sin figurar como escritor-estrella-del-rock, sin percibir ingresos del estado, ni prebendas ni mermelada alguna.

Ni concesivo ni arrugador, Miguel Gutiérrez se leerá más y mejor cada día, dejando en evidencia que desde esta tierra es posible descolonizar la ficción y la crítica y hacerlo con honestidad y rigor intelectual, sin dejar por ello de ser ameno.

¿Se leerán las novelas de Thays en el milenio que inicia? No lo sabemos. Pero, si como él vaticina —en coro con el Discovery Travel & Living— acerca de la existencia de artefactos anacrónicos en los países ex comunistas, no nos sorprendamos si nuestros nietos nos regalan con La Disciplina de la Vanidad adquirida a precio de huevo en una cachina de tiempos futuros. Eso si sobrevivimos al segundo gobierno aprista.


Rafael Inocente


Agosto 16 del 2008

lunes, 4 de agosto de 2008

Leo Zelada, el "Sanmarquino exitoso"

Al post de Rafo León El nuevo fundamentalismo le hago un comentario aquí. Al poco tiempo el Sr. Leo Zelada interviene con un ataque totalmente fuera de lugar:
(...)gente como Silvio Rendón y sus amigos, son gente que se dice de izquierda pero que han permitido hipocritamente a sus amistades insultar, denigrar a gente de los estratos populares que no le son afines. Asi que Rendon y sus amigos que comentan, no pueden acusar a Rafo León de algo que ellos hacen sistematicamente en sus blogs. Ahora la palabra correcta es decir "Emergente". Prefiero la sinceridad de Rafo a la hipocrecia de los corresponsales de Tanaka.
Esta es mi respuesta:
El Sr. Zelada tiene un serio problema de comprensión de lectura. No he acusado a Rafo León de nada. Mal podría hacerlo, además, pues en esta discusión estoy más de acuerdo con él que con Martín Tanaka. Estas acusaciones a Rafo me hacen recordar a quienes acusaban a las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma de nostalgia por el Perú colonial, cuando en realidad eran ironías de tal realidad, como lo señaló Mariátegui, José Carlos (ya que dice que me digo de izquierda...). Ironizar sobre la minoría amurallada que hoy gobierna el Perú no es ser parte de ella, ni proponerla como arquetipo, ni pensar que Lima se restringe a ella. No la ven...

Permitirás, Rafo, que responda a esta acusación: "han permitido hipocritamente a sus amistades insultar, denigrar a gente de los estratos populares que no le son afines".

Como no señala a qué se refiere, tendré que adivinarlo. Posiblemente sea a que este señor intervino anónimamente en el Gran Combo Club, en relación a este post, quejándose por lo que dijo Iván Thays en su propio blog. El pseudónimo del Sr. Zelada fue "Sanmarquinoexitoso" y esta fue la discusión:
Entonces, me agradeció con estas palabras:

"Silvio, agradezco la apertura de tu blog para este debate".

En aquella ocasión yo tampoco estaba de acuerdo y de hecho escribí el post expresándome en contra de los argumentos vertidos por Iván Thays y Gustavo Faverón. Mal puede el Sr. Zelada, que escribió desde un pseudónimo, venir ahora a acusarme de hipocrecía (sic) o de permitir insultar y denigrar a los estratos populares, que es de lo que acusa a Ivan Thays. (Además, ese no era el tema del post de Rafo ¿Por qué trae todo eso a colación?).
Un buen día comenta y agradece; otro día insulta sin que venga a cuento del tema en discusión. Al menos esta vez se presentó con nombre propio...

Actualización: Me entero de esta entrevista a "Sanmarquino exitoso":
CC: ¿Sigues considerándote un escritor maldito?

LZ: Sólo soy un poeta bendecido por el don de la palabra.

CC: ¿Qué pensarías si de aquí a veinte años en el Perú siguieran manteniendo la misma indiferencia ante tus libros?

LZ: Igual le pasó a César Vallejo, Carlos Oquendo de Amat y Manuel Scorza. Esa es mi tradición.

CC: ¿Te consideras tan buen poeta como los que mencionas?

LZ: Obvio.

CC: Sin embargo, en el Perú piensan que el mejor poeta del Grupo Neón, que tú fundaste, es Miguel Ildefonso.

LZ: Por educación no te responderé.
Bueno, queda claro que el "exitoso" poeta va con la espada desenvainada. Por algo su entrevistador lo denomina "el hígado peruano" (¿o será que ahora en Madrid creen que los peruanos nos caracterizamos por hacer hígado?).

En fin, este señor, a quien no me he referido en ningún momento, un buen día me ataca gratuita y hepáticamente. Ojalá que en algún momento complemente la bendición del don de la palabra con la bendición de la ubicación.